
La Iglesia celebra hoy sábado santo la memoria de las horas que pasó Jesús de Nazaret en el sepulcro, desde su muerte en la cruz hasta la resurrección. No podemos dar por supuesto el significado que tiene este momento. La muerte de Jesús en la cruz parece el triunfo de una libertad que se ha alejado de la verdad. Pero el Sábado Santo nos enseña a esperar. La resurrección nos muestra que Dios ha rescatado de forma portentosa la libertad humana, pero con unos tiempos y unos modos que no son los nuestros. El cristianismo sale así al paso, como lo hacía hace 2000 años, de la gran necesidad del hombre postmoderno: tener la certeza de que la vida no está en manos del azar, sino de un Dios que ama al hombre y que le ofrece la salvación.
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